Paisaje y más paisaje es lo que nos ofrece la subida a las capillas del Monsacro desde Morcín.
Dejando atrás La Collá, comenzamos a subir entre enormes castaños y nos sumergimos durante unos cientos de metros en este paisaje forestal que poco a poco va cambiando hacia otro un poco más abierto de matorral alto y de aquí a un monte bajo.
El ascenso es continuo y a cada paso el horizonte se va abriendo, el panorama se amplía y con él el paisaje sonoro, en el que se mezclan lo rural y lo urbano. Cada vez vemos más: Oviedo, Siero, Gijón, el Sueve, los Picos de Europa…, cada vez más allá y, de repente, dejamos de subir y retrocedemos varios siglos en el tiempo.
La presencia de las capillas nos lleva a la época en la que aquí se guardaban las reliquias de la Cámara Santa; a un lugar en el que los buitres, las chovas y los mirlos son los únicos que se atreven a perturbar la paz y el sosiego.