Innumerables son los valores naturales que podemos encontrar en este tranquilo paseo por la costa asturiana. Empezamos en las enormes dunas de la playa de Verdicio, en las que además del barrón, la planta más extendida en las dunas de nuestra comunidad, nos puede alegrar la vista la flor blanca del nardo marítimo.
Por una pista cómoda, vamos ascendiendo desde el mar hasta la antigua plataforma marina, reconvertida por los caprichos geológicos en rasa costera que se eleva hasta 103 metros y que supone una fantástica atalaya de esta zona del litoral.
Caminando por ella podemos ver en lontananza nuestro destino, Peñes, y hasta llegar a él, si prestamos atención y la época es propicia, podremos distinguir anfibios en las charcas, como la ranita de San Antón, pequeñas aves, como las tarabillas, o, mirando al mar, los cormoranes moñudos, los alcatraces, en la época de paso rasando el agua, y con suerte algunos cetáceos entre los kilómetros de costa acantilada que contemplamos desde aquí. No debemos olvidar una visita al centro de interpretación situado en el faro.