Se trata de una ascensión técnicamente sencilla en la que la mayor parte transcurre por una pista hormigonada para los todoterrenos de los ganaderos que suben sus reses a pastar a la zona en la época estival.
Ése es en gran medida el paisaje que nos vamos a encontrar, el de las brañas de montaña, de los pastos mezclados con la caliza, pero si miramos más allá es un paisaje de dos valles muy profundos y estrechos rodeados de montañas altas, en la cara sur del Mofrechu.
En nuestra ascensión destaca, sobre todo, un árbol por lo poco frecuente: el rebollo o roble melojo, con sus hojas pilosas, suaves al tacto como terciopelo, más propio de climas mediterráneos y que aquí encontramos escondido en una parte de suelo más silíceo en zona de solana. Otro, el fresno, lo toparemos en todas las majadas donde haya cabañas de pastores.
La cara norte nos regala otro gran paisaje, el final del valle del Sella, su desembocadura, las fértiles tierras de Lloviu/Llovio, Ribadesella/Ribeseya y parte de la costa de Llanes, y a lo lejos, a Occidente, la sempiterna Sierra del Sueve.